El otro día pensé en el fenómeno Hulk. Imagínense las cosas al revés. Un hombre normal, un tanto feo y primitivo, que es muy musculoso, extremadamente musculoso. Algo fuera de lo normal. Su piel es blanca y viste de forma elegante. Su ropa no está rota, está hecha a medida por un costurero amigo de su familia, que hace tiempo conoce al chico y su "problema" de tamaño. El tipo es extremadamente inteligente, cosa que sorprende, ya que nuestros prejuicios nos dicen que los tipos gigantes y fuertes son tontos. El hombre trabaja en una oficina o lo que sea, es bastante competente. El tipo tiene bolis más gordos de lo normal para poder trabajar, al igual que un mouse gigante y un teclado a su medida. Ya me entienden. A veces este tipo se pone nervioso. En estos terribles casos el tipo disminuye de tamaño y su piel va cambiando de color, se va haciendo verde. El tipo se transforma en una persona más o menos normal, con toda la ropa ancha rota. Está fuera de control, pese a ser débil lo tira todo al suelo y pega a todo el mundo, emite ruidos incomprensibles y se pone las manos a la cabeza. Es totalmente anti social. Se mete con todo el mundo y se lo carga todo. Las autoridades no lo pueden frenar porque temen hacerle daño al dispararle o al atizarle con una porra. Es imparable. Los daños que ocasiona no son muy jodidos, pero el tipo se debe creer que está alzando el infierno en la tierra.
Menuda paradoja.
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2 comentarios:
jajajaja
brutal
Enorme.
I no t'oblidis, Lou Ferrigno és Déu.
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