lunes, 3 de noviembre de 2008

El Dr. Moragues

Entra un hombre despeinado con una elegante chaqueta en una sala de espera. Con él lleva varias bolsas de plástico y un carro de la compra. Se sienta en el sillón más grande y lo ocupa todo con sus cosas. No hay nadie más.

El Dr. Moragues tiene una muy buena reputación en el campo de la traumatología, es muy respetado por sus compañeros de oficio y, a la vez, por su família, a la que ha obsequiado con la compra de un chalet en Andorra y varios automóviles. A los pacientes del doctor les gusta su trato amable y familiar, siempre se interesa por la vida del paciente y nunca actúa de forma desagradable. Podríamos decir que es un doctor de la vieja escuela, un SEÑOR en mayúsculas.

Cuando el señor de las bolsas entra en la consulta del Dr. Moragues éste le hace pasar con un cordial saludo después de darle un buen apretón de manos.

-Siéntese, por favor.

El hombre de las bolsas se sienta y le cuenta su problema, parece que se ha caido por la calle y le duele la mano, teme haberse roto algo.

-Mire señor, yo no puedo hacer nada. Aunque lleve esta chaqueta elegante intuyo que usted es un mendigo. No sé cómo ha logrado llegar hasta aquí, pero yo no puedo ayudarle. No me puedo permitir mandarle a hacer una radiografía y muchos menos dedicarme a hacerle una escayola. Los pobres tienen que ser pobres y tienen que estar jodidos, tienen que afrontar los golpes de la vida. Usted y yo formamos parte de este peculiar teatro de la vida donde se suceden distintas azañas de distintos niveles. A usted le ha tocado intepretar a un personaje y a mi otro. Esta vez yo soy el hombre elegante y adinerado y respetado y usted es un mendigo. La próxima vez puede que sea al revés. Hágame el favor de comportarse como un mendigo y salga de mi consulta, túmbese en la calle rodeado de sus bolsas de mierda y arrepiéntase de su pasado. Si algún día le veo por la calle, quizás le de una moneda, si usted me lo permite.

El Dr. Moragues acompaña al hombre hacia la puerta y le invita a salir. Hay una cordial despedida y los dos hombres se separan.

Años más tarde el Dr. Moragues se encuentra con el mendigo tirado en la calle, le falta una mano. El doctor se detiene y lo mira, busca algo en su bolsillo, luego en su cartera. Parece no encontrar nada de su agrado, así que emprende de nuevo su camino.

3 comentarios:

Ferran Esteve dijo...

Hola, hola,

La versión bonita en pdf de la pàgina que salió en el Adn se la cuelgo aquí: http://www.geocities.com/ferranesteve/gagarin_adn.pdf

Una abraçada!!

Fanzine Chuck Norris dijo...

Dr. Moragues at his best.

Anónimo dijo...

Una felicitació al autor de tan conmovedora història.