JESUS TE AMA
Un colega me pidió que convenciese a su novia para que no le dejara. Me dijo que le recordase que la amaba. Quedamos en un sitio íntimo, de confianza. Tomamos té de raíces africanas o algo así y hablamos de nuestra primera adolescencia. Intenté enumerar de forma soslayada las cualidades de mi colega, saltándome la parte en la que él es un follapabas seductor que siempre me jode los ligues. Se hizo tarde y, de algún modo, empezamos a beber vino. Acabé follándomela, y me sentí muy mal, pero no por esas mierdas de la amistad, si no porque sabía que ella acabaría humillándome. Al principio, cuando ninguno de los dos teníamos novia y nos hacíamos pajas hasta sudar, ella entró en nuestras vidas y se montó una especia de competición para ver quien se la liaba antes. Por supuesto ganó Jesús, dado que sabía como tratar a las mujeres. Había leído muchos libros de ese sucio portugués, Paulo Coelho, y otros autores de mierda que encuentras en los estantes de las tiendas Natura. Él las trataba de esa manera delicada en la que las cortejas, las adulas y seduces, luego desprecias, te haces el tipo duro, incluso las insultas cuando vas borracho, pero sin llegar al límite en el que te puede denunciar a la policía, te meten en el calabozo y viene Bibiana Aído a zurrarte el escroto con un palo de madera mientras el resto de ministras, SOLO ministras, te miran y se ríen de ti. En resumen, ella acabó dándose cuenta de que realmente a mi no se me daba bien eso de follar, y la comparación con Jesús era evidente. Creo que al final lo de “Jesús te ama” no sirvió para una mierda, y realmente lo que le hizo volver con él fue la constatación de que yo no manejaba mi polla como él. Estoy seguro de que se lo contó a sus amigas, por eso algunas de ellas se ríen en voz baja cuando nos cruzamos en el Carrefour.