Eran los peores días de su vida: varios muertos en la familia, su matrimonio roto, sin trabajo, sin pelo en la cabeza, una posible reaparición de una enfermedad terrible, humillación pública televisada, soledad espantosa, descargas de mediafire que nunca terminaban, alcoholismo, deudas, el primo de Norman, trasladar sus pertenencias a un motel,...con toda esta mierda en contra era jodidamente curioso que ahora el tipo se encontrara a sí mismo pensando en que las gambas que había comprado eran cojonudas. Solamente hacía falta sorber la cabeza de esas pequeñas hijas de puta para olvidar todo el puto dolor.
Esto daría para un buen anuncio de gambas congeladas, ¿verdad?
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2 comentarios:
siempre brillantes, chuckeros, ¡siempre! (ya con la pistola fuera: ¡HE DICHO QUE SIEMPRE, MALDITA SEA!!)
Chuck Norris tiene ese efecto gamba :)
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