El otro día pensé en el fenómeno Hulk. Imagínense las cosas al revés. Un hombre normal, un tanto feo y primitivo, que es muy musculoso, extremadamente musculoso. Algo fuera de lo normal. Su piel es blanca y viste de forma elegante. Su ropa no está rota, está hecha a medida por un costurero amigo de su familia, que hace tiempo conoce al chico y su "problema" de tamaño. El tipo es extremadamente inteligente, cosa que sorprende, ya que nuestros prejuicios nos dicen que los tipos gigantes y fuertes son tontos. El hombre trabaja en una oficina o lo que sea, es bastante competente. El tipo tiene bolis más gordos de lo normal para poder trabajar, al igual que un mouse gigante y un teclado a su medida. Ya me entienden. A veces este tipo se pone nervioso. En estos terribles casos el tipo disminuye de tamaño y su piel va cambiando de color, se va haciendo verde. El tipo se transforma en una persona más o menos normal, con toda la ropa ancha rota. Está fuera de control, pese a ser débil lo tira todo al suelo y pega a todo el mundo, emite ruidos incomprensibles y se pone las manos a la cabeza. Es totalmente anti social. Se mete con todo el mundo y se lo carga todo. Las autoridades no lo pueden frenar porque temen hacerle daño al dispararle o al atizarle con una porra. Es imparable. Los daños que ocasiona no son muy jodidos, pero el tipo se debe creer que está alzando el infierno en la tierra.
Menuda paradoja.
martes, 29 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
jajajaja
brutal
Enorme.
I no t'oblidis, Lou Ferrigno és Déu.
Publicar un comentario