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Mírala a los ojos y El techo
Mírala
a los ojos
Mientras miraba su cuerpo muerto tumbado en el
féretro se dio cuenta de que únicamente podía mirarle a un ojo. Su mirada se
centraba en un solo punto, era imposible centrarse en ambos. Entonces recordó
eso que le decía cuando estaba enfadada “mírame a los ojos, a los dos”.
Seguramente se hubiera muerto antes si en ese momento le hubiera dicho que eso
era algo imposible. “¿De dónde vienes? Son las 3 de la madrugada. Mírame a los
ojos, a los dos. ¿De dónde vienes?”. No puedo mirarte a los ojos cariño, no
puedo.
El
techo
Había un agujero en el techo. Podíamos follar y ver
las estrellas pero luego el frío era insoportable. A ella le encantaba pero
también le encantaba pasarse las tardes gritándome y rompiendo mis cosas. Por
ese agujero entraban bichos y a veces se colaba alguna paloma. La lluvia era
una putada, os lo juro. No os negaré que tenía un punto romántico pero si el
techo no está bien no cojáis el maldito piso. Supongo que ya me entendéis.
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