viernes, 4 de enero de 2013
1 de Enero
Cada año se reunían para comparar sus pollas. Lo hacían el 1 de Enero, era un día tranquilo y relajado. Mientras el mundo entero descansaba de la gran juerga anual de fin de año ellos se sacaban los penes y debatían los cambios que éstos habían sufrido. Lo llevaban haciendo desde los 9 años y ninguno de ellos nunca había faltado a la cita. Era un día sagrado, la confirmación del crecimiento y la madurez a través del oráculo fálico. Cada año los penes ofrecían algún tipo de novedad. Al principio los cambios eran bastos y evidentes pero con los años la observación del pene se hacía más complicada. Los hombres tenían que observar cada rincón, cada pliegue. Tenían que indagar toda la superfície con suma dedicación para poder apreciar el paso del tiempo. A veces creían que no había cambiado nada pero en el último momento siempre encontraban el elemento diferencial. Cada año dejaba su huella, el tiempo avanzaba y ningún pene podía ignorarlo. A veces era una estría otras veces era un casi inapreciable cambio de tamaño, pero siempre había algo. Alrededor de la mesa los hombres se sacaban las pollas y las apoyaban encima del hule. Las observaban fijamente durante horas, podían pasarse todo el día. Miraban las suyas y las de sus compañeros, se las tocaban y manipulaban tranquilamente y comentaban la jugada. Cuando todos habían verificado que su pene había sido, de nuevo, víctima del tiempo, se guardaban las pollas y se largaban a casa con su familia. No había más, solamente la tranquilidad de que todo seguía su curso. La idea de que uno de ellos entrara en el nuevo año con un pene exactamente igual al del año anterior era aterradora. Era la muerte. Si uno de ellos sufría este terrible devenir era inmediatamente invitado a no volver a aparecer por estas reuniones del 1 de Enero. Ese era el trato.
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2 comentarios:
Me ha encantado imaginar que eso pueda darse en algún lugar de España
Ravo! digo, Bravo!
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