jueves, 17 de noviembre de 2011
Volcanes
Tenía tres cabezas. De sus ojos salían pelos muy gruesos. ¿Cómo coño le pueden salir pelos de los ojos a algo? Por lo general su cara era muy jodida. No tenía ni boca ni nariz, tenía como unas extrañas algas que se movían como las aletas de un pez o como unas sábanas colgadas en el jardín. Tengo que hablaros de los agujeros esos; tenía unos extraños agujeros en la espalda, como volcanes. Volcanes que respiraban. Creo que dentro de esas cosas estaban sus pulmones. No sé, dentro había algo, algo importante, algo que lo mantenía con vida. Sus brazos eran extremadamente largos, medían cuatro veces su tamaño. Los dedos, por lo contrario, eran cortos y gorditos, casi redondos, como bolas de billar. Su abdomen era muy delgado y tenía como varias cicatrices. Sus seis piernas eran muy oscuras y peludas. El pelo caía hasta los pies y apenas se veían las uñas de sus garras. En fin, el caso es que le pagué los 12 pavos de la pizza y se largó. Me tumbé en el sofá, encendí la tele, di un trago a la cerveza y saludé a lo que sería una de las mejores noches de mis últimos meses.
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1 comentario:
¡Un ser a medio camino entre los Ancianos y el Cthulhu!
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